¿Qué pasa a las cajas catalanas?
Joan Tapia
La crisis bancaria iniciada en los Estados Unidos el verano del 2007 ha tenido mucha menos gravedad en España que en otros países europeos como Alemania y Gran Bretaña. Pero sí que ha tenido consecuencias. Primero, para que el alto grado de endeudamiento de la banca española en los mercados internacionales (necesario para hacer frente a la fuerte demanda de crédito de los años del boom) ha forzado un paro crediticio que ha castigado empresas y familias. Segundo, porque la crisis inmobiliaria afecta a las entidades dedicadas al crédito hipotecario, ya esté en promotores o compradores finales. Muchas veces cajas de ahorros.
La gestión ha sido bastante correcta y la prueba es que, a pesar de las dudas del Gobierno al afrontar los problemas, sólo ha estado el incidente mínimo de Caja Castilla–La Mancha (menos del 1% del sistema financiero). El tan discutido, para el PP y por el populismo de izquierdas, Fondo de Adquisición de Activos Financieros (FAA) no fue adecuado ya que el Banco Central Europeo estaba prestando con más eficacia y menos garantías, aunque es verdad que a corto plazo (un máximo de seis meses hasta la semana pasada, que dio 440.000 millones a un año). Por eso de los 50.000 millones prometidos para el FAA sólo se han usado 19.000.
Pero la crisis hará caer los beneficios mientras aumentan las tasas de morosidad (encara lejos del 9% alcanzado a la crisis del 93). De continuar esta pendiente habrá entidades que entrarán en pérdidas, lo que complicaría mucho las cosas. Por eso el Gobierno acaba de crear (tarde) el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) que podrá llegar a utilizar 99.000 millones y pretende evitar que se repitan casos como la Castilla–la Mancha.
En Cataluña hay diez cajas de ahorros, algunas muy implantadas territorialmente pero de dimensiones reducidas, lo cual las hace vulnerables a una crisis larga. Las fusiones, es decir el aumento de dimensión –unido a ayudas para alcanzar mayor capitalització–poden ser la oportunidad para consolidar el sistema catalán de cajas. Recordamos que hace 30 años en España había siete grandes bancos que se han reducido a dos. Y España no ha perdido relevancia.
Entre las diez cajas catalanas hay una megacaja, la Caja, comparable al BBVA o al Santander. Otra de grande, Caja de Cataluña. Una por término medio, Caja del Penedès, y siete de medias–pequeñas o pequeñas. El gran riesgo es esperar a los problemas agudos. Porque cuando se llega a esta fase el cirujano (el Banco de España) interviene de forma agresiva y puede no tener en cuenta cosas importantes para la economía catalana como el impacto territorial.
Por eso la reacción del Consejero Castillos, con el aval del presidente Montilla, de animar en las cajas a adelantarse a los acontecimientos es sensata y adecuada. Propia de gobernantes responsables de cualquier país. Todo el contrario a la descalificación del editorial del Mundo: inaceptables maniobras para seguir controlando las cajas que se fusionan. Y es que en Madrid algunos creen que es el momento para resquebrajar el sistema de cajas catalán. Un diario económico ha llegado a especular con la integración de Caja Madrid i Caixa Catalunya, cosa que las increíbles luchas por el poder entre dos sectores del PP en esta caja convierten en casi una broma.
Si las cajas catalanas afrontan la situación con intelligència el Banco de España apoyará soluciones racionales para que el último que vuelo son problemas. Y la reacción de las cajas es más decisiva que la normativa del FROB, que dice que cuando una caja es intervenida las autoridades autonómicas pierden el poder de veto.
La Caixa tiene una gran red en Cataluña, y a toda España, y una gran dimensión. Es una entidad sistémica (como el Santander o el BBVA) a nivel europeo y el peor favor sería incitarla a absorber otras cajas, catalanas o españolas. La consecuencia inevitable sería un proceso muy agudo de cierre de oficinas.
Caja de Cataluña es también una caja grande, pero menos. En el último año, con el nuevo director, que viene de Caja de Manresa (una caja pequeña pero bien gestionada con una tasa de morosidad inferior al 2%), ha emprendido un largo proceso de saneamiento. Así la fusión de las tres cajas catalanas creadas por las diputaciones: Cataluña, Tarragona y Gerona, sería una buena solución. Reforzaría en Caixa Cataluña y elim