Vicent Partal ha dedicado dos editoriales consecutivos (este martes
el primero y el miércoles
el segundo) a preguntarse por qué el PSC bascula hacia el fascismo. Según el director de Vilaweb el PSC estaría basculando hacia el fascismo por el hecho de hacerse "españolista". No explica de donde saca la afirmación, no compartida por los que se autocalifican como españolistas y consideran al PSC un “tonto útil” del independentismo. Se supone que es por el hecho de que Navarro se ha desmarcado de algunas iniciativas independentistas como la cadena humana o antes el denominado “pacto nacional por el derecho a decidir”. Los editoriales explican poco más su tesis, más alla de loar a los antiguos dirigentes socialistas, esos mismos que en otros momentos históricos también fueron acusados de “botiflers” aunque nadie había tenido la ignorancia de llamarles fascistas.
Al PSC se le puede llamar casi de todo. En plena decadencia, sin las ideas claras, falto de discurso y líderes. Pero acusarle de bascular hacia el fascismo implica una elevada ignorancia además de mucha mala fe.
Desde algunos medios y organizaciones se pretende imponer la idea de que todo catalán que no sea un nacionalista partidario de la independencia es un españolista y, además, un fascista, que al parecer se considera un sinónimo. Como en las guerras antiguas se quieren cavar trincheras y meternos a todos en alguna. No, gracias.
Yo entiendo la frustración de quienes ven que las principales corrientes políticas, conservadores, liberales, democratacristianos y socialdemócratas, no se apunten al independentismo.
No debería extrañarles. Estas corrientes de pensamiento han construido, a pesar de los pesares, una Europa unida, para superar los conflictos armados provocados por el nacionalismo. Y, lógicamente, quien está por construir Europa no puede estar, al menos de forma coherente, por romperla, azuzando el nacionalismo desde abajo, aprovechando la crisis y con un discurso populista propio de la extrema derecha, tradicionalmente, esa sí, vinculada a la exaltación del nacionalismo. No es casual que los que se levantaron contra el legítimo gobierno de la República y flirtearon con Hitler y Mussolini se hicieran llamar "nacionales".
En Catalunya tenemos un único precedente de organización política vinculada al fascismo: Estat Català. Y ya sabemos quién homenajeó y llamó patriotas a sus dirigentes.
Yo entiendo que en un momento de calentura cualquiera, yo incluido, puede hacer afirmaciones injustificadas. Pero dos editoriales no son una calentura. Son una manifestación de impotencia. El independentismo no consigue acallar a los catalanes no independentistas y constata que en Europa sus tesis no son apoyadas por las corrientes ideológicas centrales y ampliamente mayoritarias. Crece el nerviosismo, que siempre es mal consejero.
La obsesión por clasificar a los catalanes en buenos y malos es, esa sí, una manifestación incipiente de fascismo. Yo aconsejaria a los independentistas sensatos que se desvinculen explícitamente, alguno ya lo ha hecho, de estas ideas.
Lo de Partal no es una anécdota. Es una corriente cada vez más chillona. Por eso Duran reivindicó hace unos días, acertadamente, que todas las ideologías sirven al país. El maniqueísmo no es preludio de nada bueno. Un país uniforme no es un país, es una cárcel.