13/07/2013
16:46
Nacionalismo decadente
Toni Bolaño
Ramón Besa escribía en El País un fantástico artículo a cuenta del cabreo de Guardiola con la directiva presidida por Sandro Rosell. Al leerlo es difícil no encontrar similitudes entre el Barça y el nacionalismo catalán. Dicen que el club catalán es “més que un club” y, sin duda, lo es porque el Barça se ha ido mimetizando en los últimos años con el nacionalismo imperante.
Dice Besa que el Barça es un club victimista. También lo es el nacionalismo catalán. Siempre está en busca del enemigo exterior. Si no lo tiene, lo busca. El Barça lo ha encontrado en el Real Madrid, el nacionalismo en un vago epíteto, Madrid, en el que se rebusca cualquier cosa que pueda ser considerada un atentado contra la identidad catalana. Madrid es un genérico que no se atiene a la realidad pero justifica casi todo. Madrid es un conglomerado en el que no se diferencia a nadie. Todos tienen en común que persiguen lo catalán, que cómo todo el mundo sabe es el centro del mundo.
El Barça, continua Besa, no será víctima de su adversario, será víctima de si mismo. Y lo argumenta, percibe las derrotas antes que las victorias. De esta guisa, también se viste ese nacionalismo que divide a los catalanes entre patriotas y botiflers. Estos traidores lo son por el simple hecho de no pensar como los patriotas. Este victimismo derrotista lo tenemos bien presente en el 11 de setembre. El nacionalismo catalán celebra una derrota, para colmo en una guerra monárquica, con un regusto masoquista. Le gusta ser la víctima, le gusta el enfrentamiento, pero su bloque siempre se resquebraja, siempre se debilita el bando propio de forma cainita. Igual que el Barça. A unos y a otro no le hacen falta enemigos. Le basta con sus supuestos amigos que solventan sus cuitas con argumentos de baja estofa. Antepone su propia destrucción antes que lo destruyan. Antepone el suicidio al asesinato.
El Barça siempre juega a la defensiva, nunca al ataque, y se vale para construir su imaginario de medias verdades y medias mentiras. El presidente de la Generalitat y su partido, CiU, llevan meses en este terreno enfangado de las medias verdades y mentiras. Quiere hacer una consulta, pero no sabe con qué pregunta. Europa nos da la espalda por presiones de España. Quieren la independencia, la confederación o se conformarían con un estado federal y un pacto fiscal para ir tirando. Preguntas siempre sin respuesta, a medio camino entre la realidad y la ficción. Entre la realidad y la utopía. Entre la realidad y, simplemente, la mentira. Quizás, porque como el Barça que nos describe de forma brillante Ramón Besa, valora más las miserias que las grandezas.
La fotografía del Barça realizada por Besa no deja bien parado a un club victimista, rencoroso, cainita, derrotista... Quizás en puertas de la decadencia. Quizás igual que el nacionalismo, también en decadencia.