12/08/2013
12:47
Las recetas letales del FMI
Jordi Garcia-Petit
Para curar un enfermo que ya tiene partes del cuerpo gravemente afectadas a causa de las políticas económicas liberales, el Fondo Monetario Internacional receta a España una cura de caballo, que, de aplicársele, resultaría probablemente letal.
La pócima está compuesta, principalmente, de una rebaja de salarios del 10% en dos años, además de, entre otras medidas, subir el IVA reducido, revisar (a la baja) el gasto en pensiones, educación, sanidad…
El FMI, un organismo internacional que cuenta con 188 estados miembros, pero que está controlado por los Estados Unidos y los países industrializados, imbuidos todos, con más o menos intensidad, del liberalismo económico, tiene como funciones, entre otras, fomentar la estabilidad financiera internacional, contribuir a un nivel elevado de ocupación y de ingresos reales, corregir los desequilibrios de las balanzas de pagos sin recurrir a medidas perniciosas para la prosperidad nacional…
En muchos casos la intervención del FMI se ha saldado con resultados exactamente opuestos a los propósitos estatutarios. Unos cuantos países han quedado bastante más arruinados de lo que estaban antes de la “ayuda” del FMI. Las condiciones que recomienda o impone son duras, regresivas, siempre a expensas del gasto social. Se guía por un pensamiento doctrinario ultra liberal. Propone medidas drásticas, concebidas por técnicos distantes, adictos al libre mercado de bienes y servicios, incluidos los públicos, a la desregularización, en general, y a la laboral, en particular; convencidos de que el libre juego del mercado resolverá los problemas económicos; insensibles al sufrimiento de la gente; al servicio, en definitiva, de las multinacionales, la gran banca, los estados hegemónicos… Tan listos que ni siquiera supieron prever ni diagnosticar la crisis financiera del 2007/2008.
Lo que el FMI recomienda a España remacharía el clavo de nuestros problemas. Reducir salarios un 10% y revisar a la baja pensiones, educación, sanidad, disminuiría hasta límites insoportables el poder adquisitivo real, ya escaso, de millones de familias, así como la seguridad y calidad de vida. Tenemos la prueba, a una escala menor, de los efectos nefastos de lo que propone el FMI. Además de los brutales recortes en prestaciones públicas, los salarios reales, descontada la inflación, han caído 6.3 puntos desde el 2010, lo cual no se ha traducido en la creación de ocupación, antes bien, ha reducido el consumo interior y ha hecho caer el PIB -un 0,5% solo el primer trimestre del 2013-. Tampoco ha servido para crear ocupación la galleada reforma laboral del PP -que el FMI quisiera todavía endurecer -, sino que se han perdido 600.000 puestos de trabajo.
Sin olvidar que nos encontramos en una situación de estanflación : aumentan los impuestos, las tasas y los precios de productos y servicios básicos (alimentos, carburantes, electricidad, gas, transportes públicos, medicamentos…), mientras que la economía continua estancada.
Para elevar los recursos del Estado y reactivar la economía, por qué el FMI no propone, por una vez, medidas diferentes, de un signo diferente a las fracasadas aquí, en Portugal, en Grecia…, como por ejemplo, entre otras, revisar (al alza) el sistema impositivo a las multinacionales, a las grandes empresas y grandes fortunas y, en paralelo, aligerar la carga fiscal de pequeñas y medianas empresas, de autónomos y de clases populares y medias; aplicar una tasa a las transacciones financieras; combatir el fraude fiscal y la evasión de capitales a los paraísos fiscales; facilitar el crédito a las empresas; fomentar inversiones productivas y en infraestructuras; parar y revertir el retroceso o la congelación del gasto social y el desmantelamiento del estado del bienestar…
Probablemente con tales medidas se crearían puestos de trabajo, se incrementaría el consumo interior y se iría recuperando el PIB. Más y mejor para la población que con las propuestas por el FMI.